jueves, 16 de enero de 2014

Días feos.

Cuando piensas que todo va bien, aunque ni de lejos sea perfecto, cuando todo fluye y se conecta, cuando hay chispa, cuando el agua del río vuelve a su cauce y por el mismo fluye, cuando todo se mueve y avanza, de repente, se para. Todo se para , estanca, se oxidan los engranajes, se pierden las llaves, se caen las tuercas, y la máquina, que hasta ahora funcionaba de maravilla, se jode. Se estropea, y adiós. Casi sin darnos cuenta, empezan a joderse todas y cada una de las cosas que creíamos que estaban bien puestas, hechas y atadas. Y cuando algo sale mal, nunca viene solo, siempre hay más. Siempre los problemas son como un dominó, y van cayendo uno detrás de otro por su propio peso, hasta que de repente, te encuentras como un idiota planteándote a ti mismo, cómo narices has podido llegar hasta ese punto si todo parecía ir tan bien... Y más aún, como un completo idiota, decides resignarte, porque supuestamente, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. Pero que va,,cuando las cosas están de salir mal... Salen mal, claro que salen mal. Una detrás de otra, y sin darte tregua ni tiempo para darte ni cuenta. Y son días feos, y pasan uno detrás de otro... Pero la vida es así, tan pronto te da, como te quita, te sonríe, o te grita. Te acaricia o te pega, no hay más, solo hay que tener paciencia... Por más feos que se te presenten los días, siempre te queda la esperanza de darles tu un poquito de color, con ilusión, y si tú le sonríes a la vida, te acabará sonriendo, eso seguro.