domingo, 17 de noviembre de 2013

Dame gas .

Soy de esas personas que odia que le digan lo que quiere oír. De esas personas que le gustan los amores perros, que necesita que le den vida, que le lleven la contraria, que le hagan estar loca sin parar por no saber que hacer, y que al final acabe haciendo que me de la realísima gana. Porque soy complicada y soy difícil de llevar. Muchísimo. ¿Qué no hay quién me entienda? Vale. ¿Qué cada vez que sale el sol, quiero una cosa diferente? Pues si. Es así. Hay que aprender a saber llevarme, pero no demasiado. A mí hay que marearme sin más remedio, y además hay que echarme muchísima paciencia. Y ganas, muchas ganas. Hay que jugarme complicado, que no sucio, EH, que son cosas muy pero que muy distintas. Conmigo hay que enfadarse, y si hay que decirme alguna barbaridad, se me dice. Al fin y al cabo las palabras son sólo eso, palabras. Soy una persona de picar. Yo me hago insostenible, y me encanta. Me encanta porque las cosas difíciles son las que valen la pena, joder. Yo soy un espíritu libre, para tenerme hay que engancharme. Las cosas cambian, y las personas también. Yo he cambiado y quiero y necesito cosas distintas. Y puede que a veces no tenga ni la más mínima idea de lo que quiero, bueno, pero si que se perfectamente lo que no quiero, y lo que no quiero es que nadie, nunca, me baile el agua. Me gustan las cosas difíciles, porque me gusta saber que me lo he currado para conseguirlo. ¿Es simple verdad? Soy de esas personas que sabe que la verdad aunque duela, siempre es el mejor camino. Por eso siempre voy de frente, aunque cueste. Aunque me arriesgue a perder por hablar demasiado, pero me da igual, porque la vida es ARRIESGAR, señores. Sino, ¿Qué sentido tiene? No me gusta nada que me den las cosas hechas, nada. Me aburre lo simple, y adoro lo complicado. Pero eh, que se cuando parar. No me gustan los límites, y me siento bien obviando que existen. Porque los límites solo sirven para parar el daño, para lo demás, están de sobra. A mí simplemente hay que llevarme en un punto intermedio, hay que saber cuando parar conmigo, y cuando correr. Pero no hacerme correr a mí, porque para mí correr, significa salir huyendo. Y no. Sé que es complicado y que me contradigo continuamente, pero yo sé perfectamente lo que me digo, aunque parezca que no. Me gusta ser locura, e ir a mi bola, que nadie me pare, pero sí que sepan como hacerme parar. Porque cuando yo voy sin frenos, si te metes en medio, puede que te arrastre hacia el vacío, y lo tengo jodidamente comprobado. A mí no trates de pararme, únete a mí o aléjate. Simplemente no estoy hecho para nadie que tenga vértigo, lo digo muy a menudo. Soy muy peculiar en todos los aspectos, y no me gusta seguir la corriente, ni la corriente de nadie. Me gusta ir a la contra. Si me das "esto" automáticamente voy a querer lo "otro", pero se me acaba siguiendo, y es así. A mí no me des la razón, a mí DAME VIDA.

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