domingo, 16 de diciembre de 2012

Vive tu vida porque al final, nadie muere por ti



Gracias a aquellos que hicieron todo lo posible por hacerme perder la sonrisa. Si, gracias. Gracias por hacerme fuerte y por ayudarme a subir la cabeza cuando los demás conseguíais bajar mis niveles de felicidad. Pero ¿Sabéis qué? Que yo nunca me rindo, y que si caigo, me levanto, que detrás de la tormenta viene la calma señores, que esta que está aquí nunca ha caído para no levantarse, le pese a quien le pese. ¿Yo? Jamás pierdo la sonrisa, porque no hay que darle el gusto a nadie de verte sin ella, a nadie. Hay que saber muy bien en quién confiar, que contar y que callar. El destino nos da las cartas, es a nosotros que nos toca jugarlas, y jugarlas bien. Cuanto más caigo más caigo en la cuenta, la piedra con la que tropiezas, no es un problema, es la solución, es más, es la posterior experiencia. Podemos tropezar todas las veces que queramos, pero estaremos siempre en la obligación de levantarnos, de hacernos fuertes, de hacernos grandes. Grandes con cada paso que avancemos, hoy no vale dar un paso en falso para retroceder tres, hoy si doy un paso atrás, será para coger impulso.

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