miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuestión de prioridades.

Si, supongo. Cada uno tiene sus prioridades, cada uno sus preferencias, sus gustos, cada uno es diferente al resto, y así con cada uno del resto. Alguien me dijo que en la vida, todas las personas nos harían daño,pero que simplemente tenemos que elegir por quién merece la pena sufrir. Aquí no hay ni habrá ningún camino de rosas, el camino no estará llano, y le sobraran piedras. Lo importante es elegir bien con quien andarlo, con quien recorrerlo, si, pero a veces también tenemos también que tomar elecciones dolorosas, a veces debemos decidir a quien debemos dejar por el camino. Y eso no significa que no amemos a esas personas de las que nos separamos, que va, pero hay amores de esos que hacen más daño que felicidad aportan, y tenemos pues, que mirar siempre por nuestro bien, porque, si no sonreímos nosotros, ¿cómo podríamos hacer sonreír a los nuestros? Ya que los nuestros nos hacen ser mejores personas, habrá siempre que regalarles lo mejor de nosotros, y siempre una sonrisa. He tomado muchas decisiones en mi vida que no han sido para nada fáciles, pero siempre por el simple hecho de querer avanzar. Tenemos que empezar de cero tantas veces, que después tras el cero se va creando y acumulando una base, a la que llamamos experiencia, que crece y crece ,decepción tras decepción, y cada vez que necesitamos volver a empezar, empezamos desde un poco más adelante, siempre con las lecciones bien aprendidas, y a esas lecciones y experiencias es a lo que yo llamo "base tras el cero". No soy una persona de abandonar, no soy la típica que a la primera caída o al primer golpe decide dejarlo por imposible, no, que va, yo siempre decido volver a intentarlo más, aunque una de las decisiones más difíciles de la vida sea esa misma, decidir si dejarlo, o intentarlo una vez más. Yo he aprendido que puedes querer a alguien con todas tus fuerzas, pero a veces solo miras por ti, he aprendido que siempre hay quien desea tu muerte, y quien siempre estará a muerte contigo. Yo he estado asustada muchas veces, muchas veces me he encontrado perdida, metida en un mar de dudas, y a veces se me olvidaba hasta que sabía nadar. Si, las personas somos realmente vulnerables con nosotros mismos, pero  lo realmente extraordinario es que a la hora de dejar de defendernos a nosotros mismos, y de defender a los que amamos, nos convertimos en unos seres enormemente fuertes, invencibles, la vulnerabilidad se nos olvida. Se nos olvida. Porque sabemos luchar por lo que queremos, somos seres de corazón, más que de cabeza, aunque alguna que otra excepción siempre confirma la regla, es más, aquellos que viven y sienten con la cabeza, oxidan el corazón, lo pierden, no luchan, y son realmente cobardes. Hay que saber separar la cabeza del corazón, cada uno tiene su lugar y su destino, y esto se aprende con los daños, y no con los años. Por más que digamos, siempre, siempre, siempre, sabemos lo que queremos. El caso es que a veces es más fácil mentirse a uno mismo y decirse que no, por el simple miedo a tomar decisiones equivocadas. ¡Pues no! La vida es un camino que admite errores, pero exige a cambio el aprender sin peros de estos, y convertirlos en experiencias. A veces pienso que deberíamos dejarnos de miedos y vivir al máximo, amar sin límites, y soñar para cumplir estos sueños. Deberíamos dejar de pensar tanto y deberíamos reír más. Deberíamos también dejarnos de guerras, centrarnos en lo importante y olvidarnos del ruido, hacer la guerra fría al enemigo, utilizar el "ni contigo ni sin ti", reírnos de nuestros errores, e intentar no volverlos a cometer. El problema que tenemos es que parece que nos gusta eso de tropezar miles de veces en la misma piedra, si. Pero en fin, tampoco debe ser tan malo cuando tanto lo hacemos, es ley de vida, y de ella tenemos que aprender. Lo que a medida que crezco y aprendo cada vez me queda más claro, es que la mejor forma de vivir es dejándose llevar, viviendo el momento, y olvidando lo demás.

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