domingo, 18 de marzo de 2012

Se acabó lo que se daba.

Se acabó el sufrimiento y las cuerdas con las que estaba atada. Se acabó el querer y no poder, porque lo que yo quiero ahora es lo que tengo. Se acabó el aguantar lo inaguantable. Me deshice de todo lo malo, para regresar a lo bueno. Me deshice de todo lo que me regalaste, que en el fondo todo fue puro y duro dolor. Me deshice de todas tus falsas sonrisas, de tus falsos besos, me deshice de ti. Encontré la manera de ser feliz, de sentirme grande. Encontré la manera de dejarme llevar sin tener que sentirme cada día más pequeña. Me alejé de tu culpa, de todo lo que me hacías llevar al hombro. De todo. De todo, sí. Por fin.
Aprendí que sin ti son mil sonrisas más, son ganas a rabiar. Aprendí que la vida se compone de momentos, y que a mil de estos, uno bueno que de verdad vale la pena. Y con esos me quedo, con los mejores, en los que desde luego, no creo que estés tu, espero que seas tan feliz como lo pintas, aunque después el dibujo no sea cierto. Espero que aquella forma de dibujar tu mundo te haga llegar lejos, aunque desde luego no creo que puedas hacerlo, porque las mentiras nunca llegan lejos.
Al decirte que yo sería feliz, sabía a lo que me refería. Sabía que sería pronto, y aquí estoy, vivo para mí, para los míos y para sus sonrisas.
Me deshice de un corazón dañado e irreal, y ahora sé que puedo soñar mis propios sueños y llevarlos a la pura y dura realidad. Y como siempre lo dejo en el aire, que el cielo y tu madre cuiden de ti. 

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